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León Ferrari: Arte, archivo y memoria

Andrea Wain | Universidad de Buenos Aires

En los últimos años hemos visto un escenario en el arte en el que el artista como investigador toma preeminencia sobre la idea de un artista que sólo está ligado a lo perceptivo y a lo meramente sensible. Hay una práctica conciente de incluir a la investigación sobre determinados temas y a utilizar datos o imágenes de archivo en obras que se crean a partir de y por ese material.

Plantear esta relación de la creación artística y la investigación tampoco significa una novedad, y mucho menos si pensamos en los artistas más relevantes de la historia del arte. Sin embargo, se requiere un análisis específico sobre su influencia, ya que el archivo hoy ocupa un lugar en expansión constante a partir de los múltiples dispositivos de registro, la posibilidad de acceso a medios de información y, sobre todo, teniendo en cuenta los complejos sistemas de almacenamiento con los que uno cuenta. Todo esto, planteado en forma muy simplificada, supone un cambio en las prácticas artísticas y en los intereses o los medios con los cuales uno puede inspirarse y crear.

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En el terreno de las artes visuales, el artista argentino León Ferrari en distintas etapas de su trabajo ha incluido material de archivo una y otra vez de diversos modos para producir obras que den cuenta de situaciones de abuso de poder, injusticias sociales o atropello a los derechos humanos.

Ignoro el valor formal de esas piezas. Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que me permiten con la mayor eficiencia condenar la barbarie de Occidente; es posible que alguien me demuestre que esto no es arte: no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre; tacharía arte y la llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa1.

Con estas palabras Ferrari cerraba una larga respuesta realizada a un crítico del diario argentino La Prensa que se había escandalizado por el hecho de que una institución “seria” como el Instituto Torcuato Di Tella aceptara sus obras. La crítica se había llevado a cabo a partir de la exposición en la que lo invitan a participar a Ferrari del Premio Nacional Di Tella en 1965. En ese entonces, el artista se había quedado impresionado por una foto que había visto en un diario sobre la guerra de Vietnam y por esa razón realizó “La civilización occidental y cristiana”: un avión de guerra norteamericano FH 107 unido a un cristo de santería que, junto con otras tres obras de pequeño formato, abordaba la relación entre la religión y la violencia2.

Ese mismo año Ferrari realizó un collage literario llamado “Palabras ajenas” con fragmentos de distintos cables de agencias de noticias contemporáneos, textos bíblicos y textos históricos produciendo un diálogo imaginario entre ciento sesenta personajes donde se incluye a Hitler, Goebbels, el entonces presidente de los Estados Unidos, Johnson, el Papa Paulo VI, Goering y Dios, entre otros.

Palabras Ajenas (1967) fue el primer libro de Ferrari y una de sus primeras obras en apuntar a la religión como responsable de muchas de las guerras en la historia de Occidente. Juan Gelman comentaba en la contratapa:

La realidad—diarios, revistas, cables de agencias noticiosas mediante—es el personaje único, caliente de estas conversaciones de dios con algunos hombres y de algunos hombres con algunos hombres y con dios, obra que no termina en su punto y coma final y admite, en cambio, otros ceses de la destrucción, el cese de la coerción. Es una realidad tan constante últimamente—“los diarios siempre dicen lo mismo”—que para la mayoría transcurre como costumbre. Una costumbre que León Ferrari sacude con lúcida intensidad, mostrando los relieves de esa realidad, sus entrecruzamientos, sus planos íntimos, su parentela con historias lejanas y recientes. Pero no es mero testimonio. O mejor, la mano del artista ha sabido dar testimonio tan acabadamente que consigue, bajo el contrapunto de los hechos, los dichos, las descripciones, hacer palpitar otras realidades interiores, estremecedoras, empujadoras hacia la esperanza3.

El trabajo fue originalmente pensado para llevarlo a cabo como obra de teatro; Leopoldo Maler lo presentó por primera vez en octubre del 1968 en el Arts Laboratory de Londres con el título: Listen Here now: A News Concert for Four Voices and a Soft Drum.

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El uso de las imágenes siempre estuvo ligado al poder. El arte egipcio, el griego, el romano, el arte cristiano—por nombrar sólo algunos ejemplos—utilizaron ese medio para reproducir e introducir creencias, ideas o perpetuar el poder político y religioso. León Ferrari tuvo a su disposición un extenso archivo personal de imágenes y textos que permitieron una vasta producción de obras a partir de ese archivo. La técnica del collage requirió acciones específicas de búsqueda, selección y clasificación. Los temas planteados abarcan de diversos modos las preocupaciones sobre la violencia, las injusticias y la discriminación—y sus subsiguientes consecuencias—de lo “diferente”: por cuestiones religiosas, por elecciones sexuales o por creencias políticas, entre otras. Esas problemáticas fueron también a su vez, parte de trabajos vinculados a la historia local, como en el caso de la realización de obras en relación a la última dictadura militar que gobernó la Argentina desde 1976 hasta 1983 y que dejó como saldo más de treinta mil desaparecidos.

Una de las series más conocidas realizadas por Ferrari es el Nosotros no sabíamos (1976). Serie que Ferrari realiza a partir de su propio archivo de noticias de la prensa argentina sobre casos de desapariciones o hallazgos de cadáveres en el año del golpe militar—1976—en que él y su familia se exilian en San Pablo a raíz de la situación política. Ferrari recibía los diarios de Argentina, los leía y seleccionaba las noticias que daban cuenta de las persecuciones y tempranos homicidios que se producían en el país; las recortaba y pegaba casi como un ritual en un momento de angustia y dolor. Así, generó una obra de ochenta y dos páginas donde la frase que da título a la misma apunta hacia un juicio a los ciudadanos que años más tarde decían no saber lo que sucedía en el país, mientras que en sólo un año el artista había recortado cientos de artículos refiriéndose a muertes y desapariciones que se publicaban en los diarios oficiales.

En 1995 el diario Página/12 lanzó en suplementos el libro Nunca Más—nombre del informe emitido por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) publicado en 1984—y Ferrari realizó las tapas de los mismos. Con la utilización de la técnica del collage el artista creó una “antología de la crueldad” donde se ilustran con imágenes los crímenes y exterminios que forman parte de la historia y de la religión de Occidente: La conquista de América, la inquisición, el diluvio, el infierno y el nazismo, entre otros4.

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Se puede alegar, desde la objetividad de la crítica, en la charla, que la Biblia es como el I Ching: en su ambigüedad, hay para todos los gustos5.

En 1986 el artista recibe la Beca Guggenheim para la investigación y realización de su serie Relectura de la Biblia (1984). Allí también el procedimiento de yuxtaposición de imágenes con ilustraciones de relatos bíblicos estaba presente junto a escenas eróticas o imágenes relacionadas con guerras u otro tipo de relaciones que Occidente—propagador de la religión cristiana—tuvo en relación a torturas, asesinatos y violaciones a los derechos humanos. Este recurso también se utiliza con la serie de brailles que comienza en la década del noventa donde la ilustración y la escritura en sistema braille logra el mismo resultado que en el procedimiento del collage con imágenes.

El uso del montaje permite la unión de imágenes disímiles como pueden ser de curas dentro del Vaticano y fotos de campos de concentración en la segunda guerra mundial; imágenes de saludos de los estados oficiales—estados asesinos como el de Hitler o Videla—a los Papas equiparando la complicidad de la Iglesia con situaciones históricas claves de exterminio; o relaciones de imágenes que pueden ser más irónicas y a veces humorísticas como es el caso de algún ángel dando vueltas cerca de una relación erótica del Kamasutra o un texto bíblico como la muy citada frase “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” escrito en braille sobre la representación de una masturbación femenina realizada por el artista oriental Utamaro. Las imágenes utilizadas se obtuvieron de medios visuales de procedencia heterogénea: diarios, revistas—muchas veces especializadas— iconografía de libros de arte, de religión, revistas eróticas e imágenes de la Biblia.

De una u otra manera, las asociaciones de las imágenes o de texto–imagen generan un lugar donde el pensamiento y la memoria activa están presentes. Sobre todo, se manifiestan los documentos como algo vivo y no estanco, logrando con distintos contextos y asociaciones interpelar al espectador produciendo el desencadenamiento de un acto de reflexión y producción de sentido.

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El archivo tiene como una de sus funciones principales la de preservar el pasado. Hay imágenes de archivo que por su familiaridad pueden mimetizarse con el ambiente, con el día a día a punto tal de pasar desapercibidas por quien las mira, y es ahí, en el acto de la selección y la intervención de otro elemento, lo que produce una señal, un gesto que permite pensar en la imagen desde otro lugar. Ferrari utiliza imágenes que han tenido un tipo de difusión específica y que lejos de mantener una relación permanente con el presente han quedado en muchos casos estigmatizadas sólo como geniales obras de arte—como es el caso de muchos de los infiernos en la producción de la historia de Occidente—analizadas desde el punto de vista técnico de su realización y de la virtuosa vida de sus realizadores, pero obviando absolutamente lo que las mismas representan o los intereses a los que responden o respondieron.

¿Alguien se puso a ver en detalle las representaciones de los juicios finales y los infiernos de Miguel Ángel, Giotto, Fra Angélico y otros artistas?

Casos muchas veces ilustrados en publicaciones tales como “Historia de los Genios Universales” o títulos similares a veces no permiten—por la misma naturalidad en que uno los percibe o los estudia—preguntarnos para qué fueron realizados, cuál fue el objetivo y por quién fueron encargados. Ferrari comenta:

Este arte avaló el accionar de la Iglesia para que la gente crea que es justo torturar al que no piensa como uno y tornaron natural creer en el infierno o en el Apocalipsis. Y los grandes y admirados artistas colaboraron para que así fuera. Occidente cuenta con un tesoro extraordinario de obras que enarbolan la tortura como argumento evangelizador, logrando construir una gran cultura con la mayor de las inculturas: el tormento, el fuego y el terror. El arte de Occidente, sus grandes creadores, nos dejaron un gran patrimonio de crueldad pintada6.

Con estas obras también el artista produjo distintas series entre las que se encuentran Ideas para Infiernos (2000) y la Serie de los excrementos (2004-2008) donde distintos animales “colaboran” en la realización de las mismas.

Seleccionar y descontextualizar: una operación crítica a partir de una dialéctica de textos e imágenes históricas y contemporáneas que señalan relaciones, desmontan situaciones y producen asociaciones, demostrando así que los documentos, archivos y la propia historia no es historia y que la revisión del pasado es presente, es futuro.


Andrea Wain es profesora y licenciada en Historia del Arte, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ejerció la docencia en el Instituto Universitario Nacional de Arte y actualmente en la Universidad del Museo Social Argentino. Trabajó en el Departamento de Artes Visuales del Centro Cultural Recoleta como productora de exposiciones y en la coordinación editorial. Autora de publicaciones en diarios, revistas, libros y catálogos. Realiza tareas de producción, curaduría e investigación. Actualmente colabora en el Archivo de la Fundación Augusto y León Ferrari en la ciudad de Buenos Aires.

 


Notas
1 Ferrari, León. 1965. “La respuesta del artista”. Revista Propósitos, 21 de diciembre.

 

2 La obra “La civilización occidental y cristiana” fue censurada de la exposición.

3 Juan Gelman para la contratapa de Palabras Ajenas (Buenos Aires: Falbo, 1967.)

4 El artista se refiere a las imágenes utilizadas en la serie Nunca Más con esas palabras en un artículo publicado en Página/12 el 19 de octubre de 1995.

5 Briante, Miguel. 1988. “León no se hace el sordo”. Página 12, 14 de junio.

6 Wain, Andrea. Y León Dijo. Edición de entrevistas realizadas a León Ferrari por distintos autores desde 1972 al presente. (Inédito)