Esta obra está basada en una novela de Christa Wolf, en la cual relata la historia de la caída de Troya desde la perspectiva femenina de Kassandra. Es una obra sobre la guerra, pero también sobre las libertades civiles, sobre el derecho a la claridad en contra de los sistemas de poder organizados por estructuras jerárquicas y sobre las crueldades sufridas por los excluidos y los procesos de exclusión en sí con sus leyes invisibles. ¿Por qué uno empieza una guerra? Al presentarle al público máquinas de muerte, Kassandra los incita a cuestionar los valores de guerra y de heroísmo por los cuales atraviesa nuestra cultura. ¿Qué pasó con estos valores una vez nos enfrentamos a los horrores del siglo veinte? ¿Qué le ocurrió a nuestras tradiciones artísticas y su capacidad de examinar nuestra civilización? En el contexto actual: ¿es la vanguardia -ese concepto artístico que toma prestado una metáfora de la guerra sin importarle lo que pueda significar- algo más que un salto irresponsable hacia adelante? Utilizando elementos y material iconográfico de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi y la bomba atómica de 1945, este performance recupera el significado de un arte que no le teme a las cuestiones cruciales y dolorosas de nuestro tiempo, sino que las enfrenta y las confronta para entenderlas mejor. Concebido como un sincretismo heterogéneo de temporalidades, Kassandra está basada en el antiguo archivo trágico de las mujeres víctimas de Troya, comprimiendo casi tres mil años de cultura en gestos simultáneos y similares: la violación, el saqueo y el imperialismo belicista masculino, representado por la falocracia que impregna el comportamiento y el discurso masculino occidental.