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Antología: un siglo de dramaturgia chilena 1910-2010, compilado y editado por María de la Luz Hurtado y Mauricio Barría

Isabel Baboun Garib | University of California, Davis

Antología: un siglo de dramaturgia chilena 1910-2010. Compilado y editado por María de la Luz Hurtado y Mauricio Barría. Santiago: Comisión Bicentenario, 2010. CLP$30.000.

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La producción dramatúrgica del último siglo en Chile ha sido escogida por la Comisión Bicentenario de la Presidencia de la República “para ser recuperada, discutida, analizada, y sobre todo, publicada en tirajes masivos en esta circunstancia histórica del país, que llama a sus habitantes a re-pensarse, a valorizar su producción cultural, y a proyectar un devenir en permanente transformación y cambio, asumiendo sus raíces” (11). En palabras de María de la Luz Hurtado, quien abre cada tomo con un prólogo, la antología revela el recorrido teórico y crítico del teatro en Chile en los últimos cien años. Los parámetros y orientaciones que posibilitan la articulación y selección de las obras que forman este conjunto son, entre otros, las temáticas representativas para cada periodo, y el contenido ligado al rescate de una memoria y su valor patrimonial, siendo este último el aspecto que cruza y sostiene la obra completa.

La antología se constituye de cuatro tomos, siendo en total 40 obras de teatro completas cuya selección estuvo a cargo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y de la Universidad de Chile, ambas con amplia trayectoria en la investigación teatral. Además, cada volumen incluye un estudio teórico elaborado por un comité de especialistas. Si bien reunir cien años de oficio dramatúrgico no es tarea fácil, la iniciativa de contextualizar históricamente el contenido temático de las obras organizadas en cada tomo permite valorizar a las obras teatrales no sólo como un título independiente, sino como un conjunto, operando todas dentro de un período histórico en particular. La definición que emplea la RAE para antología estuvo presente, de alguna u otra forma, en los criterios para la selección de las obras: “antología: colección de piezas de literatura, música, etc. siendo lo antológico lo digno de ser destacado, extraordinario” (12). Con esto, aluden a una selección realizada según una pauta orientadora en común, siendo cada título escogido de manera unánime dentro del grupo de especialistas. La síntesis de obras que recibimos aquí es entonces una fuente capaz de expresar realidades simbólicas y de lenguajes representativos para cada época, cuestionando siempre “lo real” como una dramaticidad presente en el imaginario chileno.

El tomo I, “La batalla por la emancipación de nuestro teatro nacional”, aborda el período—1919 a 1950—en que se gestan las primeras compañías profesionales chilenas gracias a la proliferación de autores dramáticos. Una de las preguntas que despuntan este lapso de tiempo fue ¿tendremos teatro nacional?, siendo la dramaturgia europea presentada en los teatros chilenos un factor que delimitó en gran medida la producción chilena de esos años. Así, los contrastes y convulsiones de una etapa marcada por transformaciones políticas y socio-económicas enmarcan el contenido de estas dramaturgias siempre alertas a escribirse como reflejo social.

El tomo II, que abarca entre 1950 a 1973 y se titula “Una potente generación de dramaturgos universitarios”, establece la importancia que tuvieron los teatros universitarios, un nuevo concepto que abrió una serie de desafíos para quienes lo emprendieron. Así, los dramaturgos que surgen de este período consiguen incorporar dramaturgias europeas y estadounidenses en el repertorio nacional, proporcionándole al país un teatro que se re-instala en la escena sociocultural nacional. El Teatro Experimental de la Universidad de Chile (TEUCH) y el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica (TEUC) fueron respuestas concretas ante la urgencia de esa generación para lo que serían los teatros universitarios en Santiago. De este modo, la creación de un teatro que posibilitaba la transformación teatral hacia un público cada vez más interesado y activamente participativo, formaba parte de una creciente necesidad del teatro de grupo, vocacional y profesional.

En cuanto al período que va desde 1973 a 1990 y que corresponde al tomo III de la antología bajo el título “Creatividad y resistencia en tiempos adversos”, se examina el teatro desde los comienzos del régimen dictatorial hasta que éste inicia su retirada en 1990, dando paso a la transición a la democracia. Estos diecisiete años son para el teatro chileno un momento propicio para generar estrategias no solo de sobrevivencia, si no también “en [...] lenguaje, discursividad, vínculo social, impacto contestatario, propositivo y reflexivo” (19). Cada una de estas obras dramáticas evidencia en la escritura misma la puesta en escena, siendo ésta una herramienta importantísima de búsqueda para la forma final del texto. La atención puesta en el mensaje, principalmente en la palabra como aparato difusor y de sentido, propone “el uso de la complicidad con el público como mecanismo de decir sin decir, lo que se logra mediante recursos metafóricos y metonímicos de fácil decodificación para la época” (27). Así, lo que se pretende a lo largo de toda la antología es trazar las estrategias para rearticular desde la continuidad—parafraseando al propio texto de introducción—una historicidad que sigue transformándose y exigiendo nuevas estrategias para re-producirse.

Finalmente el cuarto y último tomo, que comprende el período entre 1990 a 2010 e incluye el prólogo “De autorías escénico-dramáticas y textuales en la indagación de lo real desde la subjetividad”, revela a las puestas en escena como resultado de una búsqueda entre director, actor y dramaturgo. Esto permite acceder al texto como un punto de partida para luego explorar dimensiones que atañen al espacio y al escenario, siendo los contenidos tensiones conflictivas para los límites entre discurso y representación.

La revisita, rearticulación, o incluso, las desarticulaciones que esta antología consigue al enfrentar textos dramáticos con su propio contexto histórico, es la de comprender un arte que busca componer y representar una historia sobre el escenario, y que aquí se organiza a partir de una reconstrucción histórica lineal. El motivo central de rescate en este volumen nos obliga inevitablemente a preguntarnos por una memoria que si bien cada vez más opta por fragmentarse, consigue encontrar un lugar desde el cuál contarse, o mejor, volver a escribirse. En el último tomo de la antología esto se evidencia, por ejemplo, en la obra de Luis Barrales HP (Hans Pozo), donde es la estética ligada al corte lo que prima, además del uso de un lenguaje más bien local. Así también, en este mismo volumen, el caso de Neva de Guillermo Calderón, cuestiona un teatro que obliga al regreso de un realismo anclado en lo más intrínseco y originario del ser humano: el de la palabra, el del diálogo constante con un otro. Ambos casos, y todas las obras escogidas para esta recopilación, logran interpelarnos con una de las preguntas que ronda la antología completa, dejando siempre un espacio aún sin resolver: ¿y cómo es nuestro teatro?


Isabel Baboun Garib (Santiago de Chile,1984) es Actriz de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC 2008). Gracias al programa de becas del Gobierno de Chile Becas Chile (2009) cursó una Maestría en Escritura Creativa en Español en New York University (2010), y actualmente inicia un Ph.D en Literatura Latinoamericana en UC Davis. Ha publicado diversos artículos académicos y reseñas en revistas chilenas como Cátedra de Artes (Chile PUC 2010), Apuntes de Teatro (Chile PUC 2010) y Aisthesis (Chile PUC 2009). Además publicó la plaquette de poesía “un cuarto un nombre” en Nueva York (Ediciones Pen Press 2011).