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Milagros de la Torre, bajo el sol negro (1991-1993)

El archivo en tránsito

Marianne Hirsch and Diana Taylor | Columbia University y New York University

El asunto de los archivos ha sido un tema de conversación, colaboración y co-enseñanza entre nosotras dos por varias décadas. Este persistía en nuestras mentes mientras trabajábamos sobre la memoria y la pos-memoria del Holocausto o de la Guerra Sucia en Argentina, mientras pensábamos en literatura, fotografía o performance, cuando co-enseñábamos cursos sobre trauma y memoria o al co-organizar conferencias y talleres. ¿Por qué había adquirido tal poder el asunto de los archivos? Nuestras discusiones sobre la producción del archivo se realizaron en el contexto de dos distintos y fascinantes grupos de trabajo entre 2008 y 2012, uno en el Centro para el estudio de la Diferencia Social de la Universidad de Columbia y el otro en el Encuentro del Instituto Hemisférico en Bogotá, Colombia en agosto del 2009. Los dos grupos de trabajo, como este número de la revista, reunieron a estudiosos, artistas, activistas y profesionales, y también reflejaron una gran variedad de campos y aproximaciones, desde la antropología a la performance, historia, literatura, teatro, cultura visual, estudios de la memoria, humanidades públicas y política. Los ensayos teóricos, críticos y personales, entrevistas, piezas de arte y trabajos activistas representados en este número expandido de la revista emergen del compromiso de los grupos de trabajo a mirar las formas en las cuales el género, la raza, la sexualidad, la clase social y el poder determinan lo que las sociedades recuerdan y lo que olvidan.

¿Y por qué el archivo ahora? ¿Cómo es que el término se ha vuelto tan ubicuo y tan vasto—albergando la colección, el inventario, la biblioteca, el museo, e incluso el conjunto de nuestros proyectos de estudio, o las referencias que usamos? ¿Por qué los archivos y las prácticas archivísticas se han vuelto tan centrales para la comprensión de nuestro momento histórico y de nosotros como sujetos de la historia? Más que un repositorio de objetos o textos, el archivo es también el proceso de seleccionar, ordenar y preservar el pasado. Es, simultáneamente, cualquier colección accesible que potencialmente arroja datos, y un sitio para la reflexión crítica y la contestación de su construcción social, política e histórica. También es una práctica social generalizada. Nos archivamos a nosotros mismos en acción, en nuestros archivos, y en nuestras estanterías, tanto como en Facebook, YouTube, en blogs, fotos y videos, a través de cualquier medio a disposición. Más aún, el archivo es también terreno fértil para artistas y performer@s que lo usan y que al mismo tiempo critican su construcción.

Como publicación digital, este doble número de e-misférica está particularmente posicionado para observar cómo las tecnologías digitales han realineado el sujeto del archivo—el archivo como concepto y la subjetividad que se crea a través de prácticas archivísticas. Al expandir nuestras habilidades para reestructurar y preservar conocimiento, ¿Han logrado los archivos reacomodar las lógicas de la inteligibilidad para traer lo que no se dice y lo que no se piensa más cerca de la atención pública? ¿Cómo se han transformado las estructuras de poder detrás de las prácticas archivísticas a través de la innovación tecnológica y creativa en las últimas décadas?

Las contribuciones a este número examinan el trabajo archivístico realizado a través de distintos medios, lenguajes y tecnologías—verbales y escritas, digitales, narrativas, pintura, dibujo, cómic, fotografía, radio, performance, documentos oficiales y no oficiales, objetos testimoniales, cuerpos y restos físicos—al ser utilizados para traer atención a la guerra, la represión, la dictadura, los desastres naturales, el SIDA, y las luchas por la justicia económica a través de las Américas. Este número pregunta ¿Quién está sujeto o quiénes son los sujetos de los archivos? ¿Qué queremos o necesitamos del pasado? ¿Cómo es que el pasado ha sido puesto en uso del presente? ¿Qué asuntos y qué sujetos quedan fuera en este proceso?

Lorie Novak, Medicated (2011)

Como carátula, la obra Medicated (Medicada) de Lorie Novak (2011) es tanto un objeto testimonial como una figura que apunta a las maneras en que los archivos han adquirido importancia. La envoltura de aluminio descartable que contenía dieciocho píldoras es todo lo que queda, un resto efímero que es desechado o, en el mejor de los casos, reciclado. El pasado violento, vislumbrado a través de fragmentos de imágenes noticiosas de caras y palabras contorsionadas—“Asesinado,” justo en el centro, “soldado” quizás, “revuelta” y “ejército”—son desechadas junto a la basura. Asuntos políticos, económicos y sociales son vaciados de sus densidades políticas y desplazados hacia cuerpos individuales en los cuales se inscriben y se viven como síntomas. Andreas Huyssen observó que la puesta en escena histórica de la modernidad estaba basada en asumir que “uno aprende de la historia”1. La distancia temporal y emocional del pasado permitía la práctica del análisis objetivo. El pasado ahora es conocido de forma distinta—no como algo al cual podemos referirnos, estudiar y analizar. Lo experimentamos; revivimos el afecto sin necesariamente comprender la iteración anterior. La agencia se mueve de la polis a lo privado, del ciudadano al consumidor como víctima sufriente. Tal desplazamiento desaparece los escenarios políticos explorados en este número—políticas criminales, políticas corruptas, y explotación—y culpa a la víctima. Su aflicción es su problema. Tómese una píldora. Supérelo. Novak ha reciclado lo que se desecha en una obra que desaparece al cuerpo y deja un rastro; un mundo de dolor clasificado en intervalos regulares de analgesia e impotencia. A través de las ampollas vacías, el dolor irrumpe en el presente como malestar. Pero el papel de aluminio ha sido apresuradamente rasgado por el usuario impaciente que busca dejar fuera o cubrir las excesivas vulnerabilidades y fragilidades que nos plagan.

Este número de la revista se aleja de comprensiones de los archivos como repositorios estables, y los piensa más bien como motores de circulación, como actos archivísticos o prácticas que movilizan medios distintos y que son, a su vez, movilizados por estos mismos. En vez de valorar nociones de fijeza, autenticidad y legitimidad, miramos a los archivos como sitios de potencialidad, provisionalidad, y contingencia. En vez de los archivos mudos o silenciosos estudiados por Silvia Spitta, muchos de los archivos probables o improbables que se discuten aquí exigen reconocimiento. Los dientes vistos por rayos X en el Multimedio de Muriel Hasbun, por ejemplo, pertenecieron a un cuerpo viviente antes de aparecer en archivos forenses, antes de ser archivados como evidencia en un archivo policial y después transformados en obra de arte. Las obras representadas o discutidas en este número constituyen tan solo un paso en la circulación archivística: No son un lugar final de consignación. Son una provocación inquietante, un demanda implícita por justicia que así mismo será recogida en varios repositorios físicos y digitales—galería o museos—mientras continúen su transformación y recirculación. Cada una de estas manifestaciones hace su propia pregunta: ¿Qué pueden hacer los dientes/rayos X/archivos de evidencia/arte? Las respuestas, y responsabilidades de cada uno, varían de trabajo en trabajo y de contexto en contexto.

El archivo, como es visto en este número, está en tránsito y traducción. Las contribuciones delinean el movimiento de los sujetos y objetos archivísticos a través de medios y sus mediaciones. Un objeto simple del día a día como la camiseta en la obra de Marcelo Brodsky es, primero, la camiseta de su hermano desaparecido, luego una fotografía tomada por un hombre desaparecido que trabajaba en las Fuerzas Armadas Argentinas, evidencia en un juicio, y luego una obra de arte que recuerda, conmemora, y testifica. Una camiseta física se convierte en una fotografía análoga y es ahora reanimada y recirculada en forma digital. Las palabras del hermano del artista acompañan al objeto en estas transiciones. A lo largo del camino, cada momento tiene sus necesidades y afectos. Cada uno tiene sus políticas.

Algunas contribuciones a este número miran a través de los restos del archivo—dientes, un mechón de pelo, píldoras, camisetas—para juntar las piezas de los cuerpos que alguna vez estuvieron ahí. Otros miran lo que falta en los archivos, la cara de la esclava, la historia de la niña, su subjetividad. Lo que no está ahí también provoca: al exceder la consciencia histórica y la inteligibilidad, nos fuerza a reconocer los límites del archivo. Los cuerpos vivos y las prácticas corporales del repertorio exceden los límites del archivo y se tornan disponibles a través de rastros que se revelan en oficios judiciales, cajones de escritorios y cajas de archivos esperando ser encontrados. Al abrir la historia, podemos abrir un futuro para vidas en tránsito.

Las personas que han contribuido en este número examinan como las formas de transmisión—como la webcam o el programa de radio semanal creado por familias para sus parientes raptados en Colombia—se archivan a si mismos al entrar en existencia. Estos archivos accidentales permiten el recuento y preservación de una historia que se desarrolla fuera de escena, ya sea en los círculos interiores de las Naciones Unidas o en los mismos márgenes de las comunidades inimaginadas de Colombia. Algunas son historias de rescate y responsabilidad. Algunas son llamados a la acción.

Los archivos incluidos en este número se mueven a través de las Américas, a través de lenguajes, momentos históricos, disciplinas y modos de transmisión. Este número multilingüe publicado en forma digital, por su puesto añade incluso más complejidad a estos caminos de circulación. Lo digital permite mayor acceso a través de brechas geográficas y lingüísticas pero desestabiliza aún más al archivo tradicional, al que se consideraba antes como un repositorio permanente y seguro del conocimiento. Vínculos, actualizaciones, y cargas subrayan formas de clasificaciones transitorias y provisionales. Estas nuevas tecnologías requieren que veamos al archivo como una serie de objetos, prácticas y lugares en movimiento. Y aún así, este número, como todos los números de e-misférica, será preservado en la biblioteca de NYU. Sin embargo, incluso ahí, su preservación y “estabilidad” serán posibles sólo a través de su constante traducción a nuevos formato y plataformas. A largo plazo, por supuesto, nadie sabe donde y cómo cualquiera de este archivos terminará—como polvo, como datos que flotan libremente, como rastros o quizás la memoria de estos rastros. Pero una cosa si parece clara: los sujetos de/al archivo seran fragmentados, dispersados—polvo, data y rastros que serán ensamblados y re-ensamblados, cada vez, en distintas formas, para su uso en un presente siempre cambiante.


Notas
1 Huyssen, Andreas. 1993. Present Pasts: Urban Palimpsests and the Politics of Memory. Stanford: Stanford UP. 1.