captura de pantalla: Menos Días Aquí, nuestra aparente rendición
La antropóloga forense sacó los huesos de una bolsa, los acomodó en la mesa como si se tratara de legos o piezas de madera y empezó a armar el esqueleto ante nuestra atónita mirada. El esqueleto estaba casi completo, sólo le faltaban los huesos de una mano, algunas costillas y la parte más importante: el cráneo. Vi como algunos compañeros con los que visité la sede central de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP, por sus siglas en inglés) en Tuzla, Bosnia y Herzegovina batallaban por no llorar, endurecían sus facciones y ponían una cara de seriedad que solo se pone ante la presencia de la muerte. Una amiga estadounidense no lo soportó, se mareó, le empezó a faltar el aire y salió llorando por la puerta. Después de explicarnos la posible causa de la muerte del individuo—hoy tan sólo un saco de huesos—la antropóloga forense trató de simplificar para nosotros la alquimia de la identificación por medio de ADN para que pudiéramos entender la importancia de su trabajo en el contexto de las guerras nacionalistas libradas en los Balcanes.
“¿No te afecta emocionalmente lo que haces?” Le pregunté para romper con el incómodo monólogo. “Me creerías que no, es mi trabajo y para eso estudié. Llevo años desempeñándolo”, me contestó con una sonrisa. Poco después matizó su respuesta: “Sin embargo, te confieso que no podría hacer el trabajo que hacen en otras secciones del ICMP, por ejemplo los que llaman a las personas para decirles que han encontrado los restos de un familiar. Eso no podría hacerlo.”
El 23 de agosto de 2010, tan sólo unos días después de mi emotiva estancia en Bosnia, los diarios mexicanos daban noticia de que los cuerpos de 72 personas—migrantes todos ellos—habían sido encontrados en las cercanías de San Fernando, Tamaulipas con evidencia de haber sido ejecutados por la espalda. De inmediato me vinieron a la mente las decenas de fosas comunes que encontré en el camino de Nezuk a Srebrenica cuando hice la Marcha de la Paz y las decenas de historias que escuché sobre hombres siendo cazados por hombres. Sobre el caso de México se dijo que los migrantes habían rehusado unirse a los Zetas y por eso fueron ejecutados a sangre fría. No hubo—ni habrá—una versión fidedigna de los hechos, pero sí hubo una respuesta contundente y balsámica por parte de un selecto grupo de cronistas, poetas, novelistas, fotógrafos, músicos, editores, periodistas y académicos. Ante la enormidad de la tragedia, unieron esfuerzos, creatividad y compromiso para crear el sitio web 72migrantes.com. El website es un altar virtual para conmemorar la vida de cada migrante identificado o no identificado en San Fernando. La finalidad del altar ideado por la cronista Alma Guillermoprieto fue dotar de palabras—y de significado—la vida de aquellos que les fue arrancado hasta el nombre en su travesía por un futuro mejor.
Inspirados por el éxito de 72 migrantes.com, desde el recién nacido e incipiente colectivo Nuestra Aparente Rendición se decidió iniciar “Menos Días Aquí”, un proyecto civil cuya finalidad sería contar, pero sobre todo nombrar y recordar cada uno de los muertos por violencia en México. El proyecto vio la luz el 12 de septiembre de 2010 con las siguientes reglas propuestas por Jorge Harmodio, uno de los padres de la iniciativa y primer contador:
1. Contar los decesos por violencia en México, no sólo numérica sino también narrativamente.
2. Contar seres humanos. Partir de los datos factuales (número, fecha, lugar, hora, nombres de las víctimas, causas del deceso) para retratar seres humanos (fotos, gustos, atisbos de su vida).
3. No imponer ningún cartabón moral, no tomar partido, no hacer distinciones morales o políticas entre los bandos. Concentrarse en eso que comparten víctima y victimarios, desde el criminal de guerra hasta al transeúnte que pasaba por ahí: el fondo humano.
El espejo más próximo a “Menos Días Aquí” es un proyecto llevado a cabo en El Salvador denominado “100 días en la República de la Muerte” ideado en 2004 por un colectivo de artistas como una forma de contrarrestar la escalada de violencia en el país centroamericano. El proyecto fue llevado a la web en 2006 y consistió en contar durante 100 días los muertos por actos violentos. Otro proyecto parecido es el “Irak Body Count” (IBC), que desde 2003 ha estado contando las muertes civiles relacionadas con la invasión estadounidense y es considerado la fuente más fidedigna de bajas civiles en Irak.
Como se puede ver en las raíces de ambos proyectos, el conteo de víctimas en una guerra o un conflicto interno es algo muy importante tanto matemática como simbólicamente. Durante los primeros años de la Administración de Felipe Calderón se descuidó esta tarea y por un período de tiempo no hubo estadísticas oficiales de los decesos relacionados con la guerra contra las drogas. Esto generó especulaciones de todo tipo hasta que por fin el Gobierno Federal se dio a la tarea de gestionar¾y luego abandonar¾una “Base de datos de fallecimientos ocurridos por presunta rivalidad delincuencial”. Los diarios se aprestaron a llevar su propio conteo también. Es en este contexto de incertidumbre empezamos a contar y a nombrar desde “Menos Días Aquí”.
En 85 semanas hemos contado 24,404 muertes por violencia en México. A pesar de lo escalofriante de la cifra, el número no es lo más importante. El detalle de la defunción lo es. Se trata de describir lo mejor posible el contexto en el que murió la persona y rescatar detalles de su humanidad: qué vestía, a qué se dedicaba, dónde murió, etc. Para Alicia, una de las primeras voluntarias, el proyecto trata de recordar que los muertos—sin importar si fueron víctimas y/o victimarios—fueron también hijos, hermanas, padres, esposas, etc. Considero que esto es muy importante porque desde el Gobierno Federal se ha intentado minimizar el número de muertos afirmando que la mayoría eran sicarios, como si fueran sólo “manzanas podridas” o Homini Sacer que merecieran morir con impunidad sin que su muerte sea éticamente reprobable. Como dice la misma Alicia, se trata de hacer ver que antes de que alguien se convierte en sicario a lo mejor quería ser doctor o arquitecto.
Ser voluntario para “Menos Días Aquí” no es una tarea fácil y lo afirmo con conocimiento de causa. Implica dedicar entre dos o tres horas diarias durante una semana a peinar y espulgar los principales diarios nacionales y locales de México en busca de muertos. Es convertirse en un sepulturero virtual. Recuerdo que cuando conté tenía miedo de llegar a los diarios de Ciudad Juárez, Torreón, Gómez Palacio y Culiacán pues suelen ser los lugares que más muertos aportan y con frecuencia los de muerte más violenta. Por desgracia, ciudades como Monterrey, Veracruz, Guadalajara o Morelia ya les están peleando ese triste honor.
Todos los voluntarios tienen un muerto que les impresiona y que no les abandona hasta semanas después. En mi caso fue una niña que fue asesinada enfrente de su gemela en Ciudad Juárez por un pistolero que fue a matar a un hombre que vivía con su padre. Para Miguel, se trató de una niña y su madre que fueron acuchilladas por un ladrón que dos días más tarde murió apuñalado en la cárcel. Para intentar desembarazarse de tanta muerte, muchos de los voluntarios intentan sistematizar el trabajo. “No fue fácil, anotar cada muerto, y mis intentos de sistematización eficaz del conteo no lograron mas que hacerme de esto una especie de costumbre temporal” escribió Cordelia para contar su experiencia. Pero no todos lo logran, Cristina me contó que no pudo y con frecuencia tardaba más de tres horas en la búsqueda, registro y twitteo de las víctimas. Muchos voluntarios tienen pesadillas.
Muchos amigos y conocidos no han querido ser voluntarios porque se ven incapaces de aguantar el peso de relatar de 200 a 300 muertes semanales. No los juzgo. Se necesita de una personalidad, una sensibilidad y un compromiso especial. Desde Nuestra Aparente Rendición intentamos darle ánimos diariamente a los voluntarios para que no se depriman y cuenten, narren y describan lo mejor posible. Estamos conscientes de que hay muertes que no salen en la prensa—quizás miles—y de que los voluntarios puede tener errores de vez en cuando por lo que nuestro proyecto debe considerarse sólo como una aproximación a la catástrofe mexicana.
Imperceptiblemente, después de más de año y medio, “Menos Días Aquí” se ha convertido en un archivo necrológico de dimensiones considerables. Como todo archivo parecido, nuestro proyecto ha servido para preservar del olvido eventos importantes, en este caso el horror de cerca de 25,000 muertes con todo y sus macabros detalles (huellas de tortura, descabezamientos, ejecuciones sumarias, etc.). La prueba de que el trabajo ha valido la pena es que nos han escrito varias personas que han encontrado a sus familiares muertos gracias a nuestro proyecto y sabemos que muchos mas los siguen buscando. Debido a esto creemos que cada vez es más necesario la creación un archivo de ADN para la correcta identificación de los muertos. Ya hay varios investigadores presionando para que se discuta el tema y para que se le pida ayuda a la ICMP.
En el caso de nuestro archivo, estamos trabajando en un sistema para agilizar el conteo y categorizar toda la información que tenemos. Hemos entablado contacto con investigadores del Transborder Institute de la Universidad de San Diego y los web masters del IBC, y creen que si logramos un poco de financiación podremos categorizar y revisar la información que tenemos para tener una base de datos que pueda ser usada para fines de investigación.
Si bien no es nuestro fin no es crear una base de datos como la del gobierno, estamos conscientes de que tenemos información vital que puede usarse cuando México recupere la paz y el proyecto se acabe y Nuestra Aparente Rendición se disuelva. Creemos que dicha información puede usarse para empezar un proceso de sanación y reconciliación que derive en una Comisión de la Verdad tal como está sucediendo lentamente en Bosnia y los Balcanes.
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