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Conversación con Lucy Bolaños (1998)
  • Título: Conversación con Lucy Bolaños
  • Fecha de presentación: 6 Sept 1998
  • Location: Cali, Colombia
  • Entrevistado/a: Lucy Bolaños
  • Entrevistador/a: Marlène Ramírez-Cancio
  • Idioma: español

Conversación con Lucy Bolaños (1998)

Esta entrevista apareció en el Web Cuaderno Holy Terrors: Latin American Women Perform.


Conversación con Lucy Bolaños,
Directora del Teatro La Máscara


Marlène Ramírez-Cancio: Me gustaría que nos contaras un poco sobre este nuevo montaje, Perfiles de la espera.

Lucy Bolaños: Esta obra surgió de un momento de dificultades del grupo, de pronto se retiran algunas actrices, se desintegra un poco el trabajo que venía. Teníamos cuatro o cinco espectáculos ya las mismas actrices, y en el momento en que se va una, se va otra, luego otra, y se empieza a resentir el trabajo, a retrasar. Entonces viene Wilson Pico a hacer un trabajo a Cali con Circo para Todos. Wilson fue un hombre que desde que vio el trabajo nuestro años atrás hubo un empate, y siempre nos ha brindado asesoría, ha sido maestro nuestro del movimiento corporal, de la danza, y también hicimos con él nuestra obra Bocas de bolero. Cuando vino a Cali el verano pasado y estábamos pasando por esa crisis de grupo, le propuse que hiciéramos un taller, un trabajo que tuviera un resultado escénico. Le dije que me gustaría hablar de esta temática de las madres, de estas mujeres que esperan en los pueblos, de la situación que estamos viviendo actualmente, de ese desespero…Porque hay tanto desaparecido, porque hay tanto secuestrado, porque hay tanto retenido. Son situaciones que las estamos viviendo a diario, lo vemos en los periódicos, en las noticias. La verdad es que estamos cercados por el miedo. Estamos a tres fuegos: la guerrilla, los paramilitares, y los militares, pero también tantas otras "fuerzas oscuras," y fuera de eso cercados por la situación económica que sigue empeorando. Yo quiero hablar de eso, aunque todo el mundo lo esté viendo en los periódicos. Es una manera de decir, "Miren lo que nos está pasando, pongámonos pilas". Porque la mayoría de la gente sabe que esas cosas pasan, que pasan, que pasan, que pasan, pero no hay una conciencia general del país, y si la hay, no se sabe cómo enfrentar la situación. Todo eso nos lleva a hacer este trabajo. Originalmente era para tres actrices, pero una de ellas, Ximena, se fue a vivir a España y nos tocó remontarlo para dos actrices.

 

MRC: ¿Cómo ha sido la reacción del público?

LB: Hay reacciones distintas frente al trabajo. Siento que a los hombres los afecta de una manera dura, que les duele. He recibido siempre el mismo comentario, como que quedan anonadados, aniquilados, como que no hay salida, como que ven la obra casi como una pesadilla. Mientras que las mujeres veo que se identifican más con la problemática, con el dolor, con la esperanza, con la espera, con la situación de esa cotidianidad casera. Es que para estas mujeres cuyos familiares son desaparecidos, ese trabajo de lavar y coser es como el hilo de salvación, esa costura, ahí es que está cifrado todo sus pensamiento y su energía. Mientras hacen trabajo, tienen su pensamiento puesto en su ausente. Siento que la obra va a ser polémica seguramente, porque también nosotras veníamos trabajando en los últimos montajes con los temas de la sexualidad. Por ejemplo A flor de piel trata con el sexo con un lenguaje muy directo, tiene una música y un colorido que hace que sea una obra que de pronto llega frescamente al público para la risa. Perfiles de la espera sin embargo es más hermética, es más del sentir, del pensar, del reflexionar sobre lo que estamos viviendo.

MRC: Se ve mucho el silencio en la obra.

LB: Sí, la obra está concebida con el silencio que rodea a estas mujeres. Ellas van a las autoridades, reclaman y piden, pero ni se les escucha. Lo que hacen es regresar a su hogar. Les toca enfrentar la vida solas. Una persona que pierde a un ser querido queda en una incertidumbre terrible porque no sabe si está vivo, si está muerto, ni qué pasó con él. Eso lo puede llevar a uno a un estado de locura. Personalmente, mi madre toda la vida ha sido modista, entonces yo veo ese oficio de estas mujeres que cosen, y veo que es su instrumento de trabajo, su producto que les va a dar para comer. Cuando uno lava la ropa uno está es con uno mismo, con sus reflexiones, con sus pensamientos, con sus sentires, con sus ansiedades, sus frustraciones. Es una manera de aferrarse a la vida y de tener esperanza. Ese es un silencio que labora internamente todas unas angustias en estas mujeres, que no tienen muchas posibilidades de salida.

MRC: Al final las dos mujeres preparan la mesa, pero antes de sentarse ponen un tercer plato en el puesto que ocupa una silla vacía, como si le hicieran espacio a su ausente. Háblame de ese final.

LB: El final plantea el título de la obra: la espera. Hay en ese preparativo un aliento, una esperanza, queda la posibilidad de que el ausente toque y entre. La obra queda en ese filo, no va más allá a decir qué va a pasar con estas mujeres, si enloquecen, si regresan los hijos, si los entierran, no. Plantea justamente lo contrario, esa situación de incertidumbre. Pienso siempre en las mujeres del Caguán que fueron en canoas a hablar con la guerrilla para tratar de rescatar a sus hijos. Estas son madres de jóvenes que son soldados porque así lo requiere el gobierno, y los mandan a estas zonas de combate donde ellos no están preparados y la guerrilla los secuestra. Y todavía los tienen secuestrados hace meses y meses y no se sabe nada de ellos. De eso se trata la obra, y es que la gente se olvida que ellas están en esa espera. De vez en cuando sale en el periódico, "las mujeres fueron otra vez donde los militares," o "las mujeres están otra vez allá donde el presidente," o "las mujeres van a confrontar a la guerrilla para que le devuelvan a sus hijos"… Pero no hay conciencia en el país, la gente se olvida.

MRC: ¿Qué esperas lograr en los espectadores?

LB: Muy pocas veces hablamos de que tenemos miedo. Todo el mundo anda en su cuento, para adelante y sin hablar. Pero siento que a través de este trabajo uno hace foros, y puede propiciar que la gente converse, que la gente se exprese, que la gente opine, que la gente se contradiga, que se vaya a las conciencias de las personas. Que la gente se pregunte "¿Yo qué estoy haciendo frente a esta situación?"

MRC: ¿Reciben apoyo del gobierno ustedes?

LB: Muy poco. Todavía tenemos muchos problemas para funcionar bien, a pesar de tener esta casa como sala concertada. Los recursos que da el Ministerio claro que ayudan, ayudan a mantener un poco, pero no es suficiente. Nos apoyamos de talleres de capacitación que damos en zonas marginales y de proyectos socioculturales con desplazados. El teatro comercial abre puertas económicas, pero este teatro no. Especialmente el teatro de mujeres. No hay quien apoye estos proyectos, estamos endeudadas hasta el máximo. No se vive de esto, entonces la gente se revienta y se va a buscar otras posibilidades para subsistir. Es una crisis permanente en el teatro colombiano.

MRC: ¿Qué entiendes tú por "feminismo"?

LB: Para mí el feminismo es uno luchar por sus reivindicaciones de mujer. Lo que pasa aquí es que ese término está muy manipulado, la gente le tiene miedo. La gente lo ve como pecaminoso, lo liga al lesbianismo, a mujeres "locas", "marimachas"… Si hablar de la problemática nuestra es feminismo, pues somos feministas. Así de simple. Por el hecho de ser grupo de mujeres nos ven como peligrosas, lo que no sucede cuando se reúne un grupo de hombres. Hay un horror de machismo en este país. Lo ignoran a uno para los festivales, no se cree en el trabajo, no hay ningún reconocimiento de ninguna clase. Y no son sólo los hombres, igual hay mujeres también muy machistas, que dicen "¡Qué pereza trabajar sólo con mujeres, qué horror!’ Donde sí noto una admiración por el trabajo de las mujeres es en el exterior. Por ejemplo en el Magdalena Project, el festival de mujeres en Cardiff notamos un respeto, unas ganas de conocer el trabajo de las otras, de intercambiar, de apoyarse. Se sentía uno entre unas hermanas. Acá sin embargo siento que no se le da un valor a esto, al sacrificio que uno ha hecho en su vida para lograr esto. No se reconoce que este es uno de los grupos más antiguos de Colombia, veintiséis años, no se reconoce que éste el único grupo en Cali que lleva esta temática, que en tan poco tiempo armaron esta sala mientras que otros grupos llevan veinte años y justo ahorita están construyendo. Cuando llegamos del exilio de dos años nosotras no teníamos teatro, en casa de Pilar hacíamos la oficina, en mi casa guardábamos las cosas, todas repartidas. Yo vengo de una familia muy pobre, sin estudio. Yo me he batallado esto, me he formado aquí, sin un cheque fijo todos los meses, y a la vez siendo madre y teniendo todas esas otras responsabilidades. Si yo fuera hombre, quizás se reconocería más el trabajo. Pero en el caso de La Máscara fueron los compañeros hombres los que se reventaron y se fueron primero del grupo, y fuimos justamente las mujeres las que seguimos en la lucha a pesar de que nos dijeran, ¿para qué van a seguir insistiendo?…

MRC: Pero insistieron.

LB: Y cómo. Nosotras nos metimos de tercas y de tercas seguimos aquí. Ese es el desafío de la vida.

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