Apresentada pela primeira vez em 1981, no Ciclo de Teatro Abierto, a obra ‘El desconcierto’ tem sido considerada por críticos e acadêmicos um dos “mais belos e poéticos exemplos teatrais sobre a trágica trama na qual somos vítimas e participantes na nossa própria repressão”. (Paco Andrade, El País)
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Excerto
PIANISTA: Señoras y señores: un nuevo episodio de sabotaje en la larga fila de episodios de sabotaje que me asedian desde que ustedes y yo intentamos de alguna manera dar este concierto. Ustedes siguiéndome fielmente y yo tocando para ustedes a pesar de todo. ¡No, de todo no! A pesar de un empresario que se ensaña en demostrarnos que este concierto...¡ningún concierto mío es ya posible! (Vuelve al piano y nuevamente el piano no suena. Vuelve al público) El mundo de mis admiradores- yo lo sé fatalmente- está muy dividido. A todos, a los de antes y a los de hoy quiero agradecerles su apoyo. Sin ese apoyo no sabría vivir. Sin ese apoyo Irene della Porta no sabría quién es. Los de ayer porque me piden que vuelva a tocar. Los de hoy porque me piden que siga dando estos conciertos silenciosos que tanto éxito han tenido. Unos y otros tienen razón. Unos y otros, con su conmovedora presencia, han hecho de mí lo que soy. Pero ¿quién soy? ¿Eh? ¿Mi empresario sabe quién soy?¿Yo misma sé quién soy?¿Soy yo o es otra la que no toca? Y la que toca ¿dónde quedó? (Se ríe) “Menos preguntas”- me dice mi empresario. “El éxito nos corona, el público aplaude, la sala se llena y tu personalidad irradia un magnetismo desbordante que no necesita ningún sonido para brillar”. Tal vez tenga razón. Tal vez todos tengamos razón. Tal vez ustedes, al asistir a este acto humillante, sientan que la verdad los asiste. (Pausa. Vuelve al piano. Intenta nuevamente concentrarse y tocar pero el piano no suena) ¡Ah! ¿Cuándo sonará ese piano? ¡cuándo caerán las notas como agua bendita desde mis dedos hasta el centro del mundo? ¿Cuándo volveré a tocar? ¿Cuándo me dejarán otra vez libre de este compromiso de llenarles la curiosidad con inútiles relatos sobre mi vida? ¿Qué más quieren saber? ¿Qué esperan que les revele? ¿Por qué asisten a todas las funciones colmando esta sala y esperando que yo confiese todo? ¿Pero qué tengo que confesar? ¿Qué tengo que decirles de mí que los periódicos no hayan dicho? Pero si ustedes lo saben todo, pero si ustedes han seguido hasta los últimos desesperados detalles mi pacto con la mediocridad. (Pausa. Vuelve al piano. Repentinamente se levanta) ¡Y bien! He pactado. La mediocridad me ofrecía su cálida protección. Años interminables de confort por aceptar ser Irene della Porta tocando silencio. “Pianistas que tocan como vos hay muchas- me decía el empresario-.